Durante años, el negocio del granito y las superficies estuvo manejado por un puñado de grandes proveedores. Desde Villa de Soto hasta Buenos Aires, impusieron precios, monopolizaron marcas y sofocaron la competencia. Hoy, esos mismos gigantes están en crisis. Y en lugar de adaptarse con dignidad, están destruyendo el mercado, soltando mercadería de baja calidad, especulando con los precios y copiando modelos que antes despreciaban.
Villa de Soto: aserraderos en retirada
En Villa de Soto, zona clave de producción nacional, los aserraderos han entrado en una etapa crítica:
Algunos ya no dan más y están a punto de cerrar.
Otros se achicaron, redujeron personal y venden saldos de materiales defectuosos a precios bajísimos.
Estos saldos, en muchos casos, son resacas o materiales con detalles que exigen trabajo extra para ser aprovechables. Pero al lanzarlos al mercado sin advertencia y a bajo precio, rompen la cadena de valor: perjudican al marmolero que trabaja con calidad y generan desconfianza en el cliente final.
El derrumbe de los grandes importadores de marcas
Empresas que tiene exclusividad de marcas como Dekton, Neolith, Silestone, Pura Prima, Infinity, Edecton, hoy también enfrentan un declive evidente:
Algunos ya no procesan materiales nacionales.
Otros han comprado maquinaria como Water Jets y están mutando en “marmolerías grandes”, intentando sobrevivir en un modelo que antes ignoraban.
Los precios que alguna vez ofrecieron con márgenes de 500% hoy se ven obligados a bajarlos hasta en un 60% para competir con las importaciones.
Pasaron de vender placas centralizadas a 700 USD/m² a ofrecerlas por debajo de 260 dólares. ¿Qué significa esto? Que durante años inflaron los precios, impidieron la competencia, y nos vendieron la ilusión de que no había otra opción.
Una historia de abuso sistemático
Estos actores no fueron neutrales. Durante décadas:
Especularon con el dólar, subiendo y bajando precios a conveniencia.
Aplicaban castigos comerciales si el marmolero compraba en otro lado.
Guardaban stock sin vender mientras otros colegas paraban obras por falta de material.
Negaban descuentos o los aplicaban selectivamente, como mecanismo de presión.
Centraron su negocio en grandes constructoras y arquitectos, desplazando a las pequeñas marmolerías que hacían todo el trabajo artesanal.
Cuando la importación era difícil, sacaban márgenes abismales sin justificación.
Hoy, que el escenario cambió, intentan mostrarse como víctimas. Pero la realidad es que están pagando el precio de no haber construido un modelo sostenible, colaborativo y justo.
El llamado: unirse para importar, crecer y profesionalizar
Hoy, las marmolerías están más capacitadas que nunca: contamos con tecnología, maquinaria, redes, talento y experiencia.
Ya no necesitamos que un intermediario especule con nuestro trabajo.
Se puede importar. Se puede comprar juntos. Se pueden conseguir placas con mayor tecnología, a menor costo y con mejores condiciones.
Desde Global Stone Esqui impulsamos el trabajo colaborativo. Ya hay marmoleros que importaron contenedores completos, con márgenes saludables y acceso directo a proveedores internacionales confiables.
El mercado está cambiando, y es hora de dejar atrás a quienes durante años solo pensaron en ganar para sí mismos.
